Ha sido un día intenso, pero realmente me siento feliz. Eso es lo que importa de verdad. La celebración de la eucaristía a las seis de la tarde ha sido uno de los momentos más importantes de la jornada de este sábado. Ya tras el mediodía, es la eucaristía del domingo y eso para mí tiene algo de especial, es el día de la comunidad cristiana, del Señor resucitado. Es algo que me hace vibrar por dentro. La iglesia llena, gente de todas las edades. Es cierto que había intenciones de difuntos, pero no quiero pensar que todos fueran por ello, creo que un grupo numeroso ha descubierto el sentido cristiano del domingo y vienen a celebrar su fe en comunidad. De todos modos, siendo una parroquia donde hay misa todos los días, con el tiempo habrá que pasar las intenciones de difuntos a los días de entre semana, para resaltar más este aspecto festivo de la resurrección de Cristo. Sea como sea, creo que todos se han llevado un mensaje positivo de la celebración. A los que vienen de fuera, siempre les recuerdo al final que da igual de donde sea cada cual, y que aquí en la parroquia de la Santa Cruz tienen su casa, una comunidad que les acoge con los brazos abiertos.
En cada eucaristía pongo alma, vida y corazón. Reconozco que hay un "plus" que no me viene de mí. Precisamente había pasado todo el día con un grupo de laicos misioneros combonianos que celebraban hoy a su fundador, San Daniel Comboni, y venía de estar con ellos prácticamente derecho a la parroquia. Es decir, que podría haber estado mejor, pero mi sentir y el de la gente era una alegría especial al finalizar la celebración. Es un gran gozo celebrar la eucaristía el día del Señor, lástima de quienes aún no lo han descubierto, ellos se lo pierden. El evangelio del joven rico es toda una interpelación para ti y para mi para seguir creciendo en la fe, para responderle con mayor exigencia y radicalidad al Señor. Afortunadamente, la fe en Jesús de Nazaret no es una religión de normas y mínimos, sino de máximos. Los mínimos ya los sabemos todos en los mandamientos, las bienaventuranzas, se trata de vivir como mínimo desde ahí hacia arriba.
Al final, he salido a la puerta a despedir a la gente. Yo me sentía muy bien sobre todo al ver la ilusión de las personas al saludarme. Llevo casi un mes en la parroquia. Algunas caras empiezan a serme conocidas, otros acabo de conocerlos y eso es lo bonito ser y sentirme "Pastor y Hermano" de todos ellos. La gente ha estado encantadora, también por mi parte he intentado estar muy cercano a todos. Más de una persona ha felicitado por la celebración y la homilía. Se agradece y son detalles que hablan bien de la gente, sobre todo porque vienen con el corazón abierto y el oido bien dispuesto para acoger el mensaje. Es cierto que no busco ningún reconocimiento, que lo realizo desde la gratuidad, muchas veces la falta de correspondencia o de agradecimiento va incluido en el "pack" del seguimiento del Señor. Por eso, me alegra y anima mucho en el ministerio sacerdotal cuando se te acercan personas a felicitarte y alentarte para seguir así. Un pequeño o gran compromiso de muchas personas para este año sacerdotal, debería ser el estar más cercanas a los sacerdotes, sabiendo valorar y apreciar el trabajo pastoral que uno realiza. Aunque los presbíteros no lo exigimos, también es todo un estímulo en el camino de la santidad sacerdotal. Ojalá que la alegría de la celebración siga latiendo en el interior de cuantos se han acercado al templo en esta tarde.
En cada eucaristía pongo alma, vida y corazón. Reconozco que hay un "plus" que no me viene de mí. Precisamente había pasado todo el día con un grupo de laicos misioneros combonianos que celebraban hoy a su fundador, San Daniel Comboni, y venía de estar con ellos prácticamente derecho a la parroquia. Es decir, que podría haber estado mejor, pero mi sentir y el de la gente era una alegría especial al finalizar la celebración. Es un gran gozo celebrar la eucaristía el día del Señor, lástima de quienes aún no lo han descubierto, ellos se lo pierden. El evangelio del joven rico es toda una interpelación para ti y para mi para seguir creciendo en la fe, para responderle con mayor exigencia y radicalidad al Señor. Afortunadamente, la fe en Jesús de Nazaret no es una religión de normas y mínimos, sino de máximos. Los mínimos ya los sabemos todos en los mandamientos, las bienaventuranzas, se trata de vivir como mínimo desde ahí hacia arriba.
Al final, he salido a la puerta a despedir a la gente. Yo me sentía muy bien sobre todo al ver la ilusión de las personas al saludarme. Llevo casi un mes en la parroquia. Algunas caras empiezan a serme conocidas, otros acabo de conocerlos y eso es lo bonito ser y sentirme "Pastor y Hermano" de todos ellos. La gente ha estado encantadora, también por mi parte he intentado estar muy cercano a todos. Más de una persona ha felicitado por la celebración y la homilía. Se agradece y son detalles que hablan bien de la gente, sobre todo porque vienen con el corazón abierto y el oido bien dispuesto para acoger el mensaje. Es cierto que no busco ningún reconocimiento, que lo realizo desde la gratuidad, muchas veces la falta de correspondencia o de agradecimiento va incluido en el "pack" del seguimiento del Señor. Por eso, me alegra y anima mucho en el ministerio sacerdotal cuando se te acercan personas a felicitarte y alentarte para seguir así. Un pequeño o gran compromiso de muchas personas para este año sacerdotal, debería ser el estar más cercanas a los sacerdotes, sabiendo valorar y apreciar el trabajo pastoral que uno realiza. Aunque los presbíteros no lo exigimos, también es todo un estímulo en el camino de la santidad sacerdotal. Ojalá que la alegría de la celebración siga latiendo en el interior de cuantos se han acercado al templo en esta tarde.
Me alegro y siento un gran gozo espiritual el leer este blog. Considero que la despedida de los feligreses por parte del celebrante a la puerta del templo hace que esa figura - la del sacerdote, se haga más cercana y se pierda ese miedo que desde siempre ha existido por la figura del sacerdote como algo superior, cuando no es solo si no un hombre llamado a servir al Señor como otros muchos lo servimos desde otros puestos de la vida y como dijo usted en la omilia de hoy domingo a las 1100, no solo son santos lo canonizados, si no que existen muchos más que obtienen dicha dignidad sin que la misma les sea reconocida aquí en la tierra, pues nuestro querido Padre Supremo si la reconoce, pues todo lo ve.
ResponderEliminarLástima que usted no tenga tiempo para recibir a los feligreses en la puerta al comienzo de la Eucaristía, pues sería como se dice cordiamente "un puntazo", pero claro, tambien tiene otras cosas que hacer como el recibir en confeción a aquellas personas que así lo desean.
¡Ánimo y "pa´lante", pues para atrás ni para coger impulso.
Dios le bendiga y que tengamos "cura para rato".
Saludos,
Santiago Glez.