Esta semana tiene una fecha especial, el 24 de septiembre.Se cumplen 21 años de mi llegada a Canarias.Coincide con la advocación de la Virgen de la Merced.La eucaristía de este lunes ha sido una acción de gracias al Señor, por medio de su Madre, por este tiempo aquí en este hermoso lugar del mundo al que considero como mi segunda tierra.
Recuerdo que llegué el 24 de septiembre de 1991 hacia las 3 de la tarde.Vine con otro compañero sacerdote,Plácido,con quien conviví varios años, luego él marchó destinado a la península.Lo primero que hicimos fue ir a la villa mariana de Teror, donde los seminaristas estaban haciendo ejercicios espirituales en la casa de las Dominicas.Veníamos para la Pastoral Vocacional de la Diócesis y el Seminario Menor y era natural que ya tomáramos contacto con estas realidades. Al día siguiente, nos acercamos a ver a la Madre, la Virgen del Pino, en su Basilica.
Curioso detalle venir a esta querida tierra en una fecha mariana, como lo es la ordenación sacerdotal, la Anunciación de la Virgen. Sé que ni es curioso ni casualidad, es la mediación de la Madre que siempre quiere estar ahí, invitando a renovar siempre la entrega por mis hermanos, desde el sacerdocio.
Estos 21 años han sido muy ricos en experiencias,en aprendizaje sacerdotal, aquí en Canarias he aprendido a ser sacerdote. De los 22 años de sacerdocio, 21 los he ejercido aquí en esta querida tierra canaria.Llegaba con año y medio de sacerdote. Cuando el Señor me llame a su encuentro, deseo ser enterrado aquí en Gran Canaria, ya he manifestado más veces este deseo.
Gracias a tantas y a tantas personas, en especial al anterior Obispo, Ramón Echarren, quien me acogió siempre con los brazos abiertos en esta Diócesis de Canarias, al actual por supuesto,Francisco Cases.Gracias a los sacerdotes,seminaristas,comunidades religiosas, movimientos eclesiales,parroquias,feligreses...Gracias a todos y cada uno, gracias también a ti que lees ahora estas líneas.¡Gracias!
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