
Este fin de semana es la fiesta de todos los santos, no la de los difuntos que es diferente (es el lunes 2 de noviembre). Por eso, aprovecho a felicitar a quienes nos visitan, porque es nuestro santo y estamos de fiesta. Es el santo patrón de cada uno, también recordamos a esos santos de especial devoción que cada uno tiene y le acercan más al seguimiento del Señor. También recordamos a santos anónimos que han seguido al Señor a lo largo de la historia, seguidores del Señor en la familia, en el trabajo, en la calle, en el lugar de diversión. Santos alegres, santos con el entusiasmo del Reino con el deseo de ser páginas vivientes del Evangelio.
Tú y yo estamos llamados a ser santos, sí has leído bien.El filósofo francés león Bloy decía:“En el fondo, no hay más que una tristeza humana, la de no ser santo”. La vida es elegir. Una lástima que las elecciones en la vida muchas veces no son consideradas en su profundidad y hondura. Estamos llamados a elegir, elegir vivir el Evangelio de Cristo, alimentar esa opción, crecer en ella,manifestarla. Por eso, si alguna tristeza puede quedar en el corazón humano, es la de no ser santos, la de no vivir según el proyecto que Dios tiene para nosotros, para ti y para mi.
Hoy no necesitamos cristianos no practicantes, cristianos de medias tintas, cristianos que sólo se acuerdan de la fe en momentos puntuales. Esos, con todos mis respetos, poco aportan a esta llamada a la santidad. Necesitamos santos que quieran dar el cien por cien de lo mejor de su interior a los demás, santos que tienen una brújula segura que orienta sus pasos en la vida, la guía de Dios. Santos comprometidos con la realidad, pero que su compromiso nace de la lectura de la Palabra y la participación en la eucaristía. El compromiso social no es incompatible para un cristiano con su participación en la comunidad cristiana celebrando los sacramentos.
Si todos los que acudan esta tarde y mañana a la celebración de la eucaristía toman personalmente el compromiso de elegir al Señor y su Evangelio como norte de su vida, si hacen una opción renovada por la superación y el crecimiento personal y cristiano lejos de toda monotonía y rutina, entonces ya estaremos todos en el camino a la santidad. Estamos anticipando aquí el Reino, lo que más tarde viviremos en plenitud.
Tú y yo estamos llamados a ser santos, sí has leído bien.El filósofo francés león Bloy decía:“En el fondo, no hay más que una tristeza humana, la de no ser santo”. La vida es elegir. Una lástima que las elecciones en la vida muchas veces no son consideradas en su profundidad y hondura. Estamos llamados a elegir, elegir vivir el Evangelio de Cristo, alimentar esa opción, crecer en ella,manifestarla. Por eso, si alguna tristeza puede quedar en el corazón humano, es la de no ser santos, la de no vivir según el proyecto que Dios tiene para nosotros, para ti y para mi.
Hoy no necesitamos cristianos no practicantes, cristianos de medias tintas, cristianos que sólo se acuerdan de la fe en momentos puntuales. Esos, con todos mis respetos, poco aportan a esta llamada a la santidad. Necesitamos santos que quieran dar el cien por cien de lo mejor de su interior a los demás, santos que tienen una brújula segura que orienta sus pasos en la vida, la guía de Dios. Santos comprometidos con la realidad, pero que su compromiso nace de la lectura de la Palabra y la participación en la eucaristía. El compromiso social no es incompatible para un cristiano con su participación en la comunidad cristiana celebrando los sacramentos.
Si todos los que acudan esta tarde y mañana a la celebración de la eucaristía toman personalmente el compromiso de elegir al Señor y su Evangelio como norte de su vida, si hacen una opción renovada por la superación y el crecimiento personal y cristiano lejos de toda monotonía y rutina, entonces ya estaremos todos en el camino a la santidad. Estamos anticipando aquí el Reino, lo que más tarde viviremos en plenitud.
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